lunes, 10 de octubre de 2011




sábado, 23 de julio de 2011
 


 


sábado, 4 de junio de 2011
 

martes, 15 de marzo de 2011
LOS INICIOS: La figura de Parque Nacional.

En Argentina, los primeros pasos para la creación de áreas protegidas data del año 1903, cuando el Doctor Francisco P. Moreno efectúa una donación de 7.500 hectáreas de tierras de su propiedad al Estado Nacional. Tal fue el origen del Parque Nacional del Sud, primer parque sudamericano creado en 1922, más tarde denominado como Nahuel Huapi.
La figura de Parque Nacional fue adoptada por Argentina siguiendo el concepto formulado en Norteamérica. Es decir, la política de parques nacionales nació con el objetivo de preservar las bellezas escénicas y paisajísticas. Sin embargo, a lo largo de su historia, ha ido modificando su estructura hasta llegar a cubrir distintos objetivos: ambientales, culturales, científicos, educativos y sociales.
La conservación de las áreas y especies protegidas no debe contemplar sólo los aspectos naturales, sino que debe incluir también los aspectos sociales y técnicos para beneficio de los intereses integrales de un país.

Administración de Parques Nacionales

La Administración de Parques Nacionales (APN) de la Argentina es un organismo público encargado de mantener el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, destinado a la conservación de la diversidad biológica y el patrimonio arqueológico del país.

Historia

La APN data de 1934, cuando fue creada por ley federal Nº 12.103/34 con el nombre de Dirección de Parques Nacionales. Juntamente con ella se creó el segundo parque del país, el Parque Nacional Iguazú. El primero, el Parque Nacional del Sud, llamado luego Nahuel Huapi, había precedido a la APN por 12 años; había sido creado en el terreno anejo a las 7.500 hectáreas donadas a la Nación en 1903 por Francisco Pascasio Moreno, junto al lago Nahuel Huapi en la provincia de Río Negro.
La política de conservación establecía la prohibición de la tala de árboles, de la caza de animales silvestres, la edificación, la alteración de los cursos de agua o cualquier otra acción que empañase la belleza natural de la región. El interés científico, con todo y estar presente, resultó secundario en la elección de los primeros emplazamientos de parques naturales, fundados en 1937 en paisajes de singular belleza: el Lanín, lago Puelo, Los Alerces, Perito Moreno y Los Glaciares.
Sólo a partir de la década de 1940 el interés turístico, que había dado lugar a la creación de villas de turismo en varios puntos anejos a los parques, daría lugar a investigaciones científicas, cuya prioridad fueron los estudios de la vegetación. La importancias de estos aportes al desarrollo de las ciencias naturales en el país motivó la erección de nuevos parques pensados como muestras representativas de la biodiversidad nacional: Laguna Blanca en 1940, El Rey en 1948, Río Pilcomayo en 1951, y Chaco en 1954, además del Monumento Natural Bosques Petrificados ese mismo año.
La tarea continuó en los años '60 con la creación de los Parques Nacionales Tierra del Fuego (1960) y El Palmar (1966). En 1967 la decisión de proporcionar fundamento científico a la estructura de parques llevó a la creación de la Escuela de Guardaparques Bernabé Méndez en las instalaciones del Parque Nacional Nahuel Huapi, la primera institución destinada a la formación de guardaparques en toda Latinoamérica. En 1968 se creó la Reserva Natural Formosa.
El decreto-ley 18.594/70 reorganizó el sistema de áreas protegidas, distinguiendo de manera formal entre parques nacionales —áreas cuya conservación en estado natural se dictamina por su representatividad fitozoogeográfica e interés científico—, monumentos naturales —áreas, cosas o especies vivas de animales o plantas, cuyo valor estético, histórico o científico, las hace merecedoras de protección absoluta— y reservas nacionales —áreas que interesan para la conservación de sistemas ecológicos, sin la protección especial concedida a los parques nacionales. Esa década presenció la creación de los Parques Nacionales Los Arrayanes (1971), Baritú (1974), y Lihué Calel (1977). El interés científico y ecológico se complementó en estos años con desarrollos educativos, potenciando la creación de centros de interpretación y la formación de los visitantes.
La última modificación del régimen legal se produciría en 1980, con la sanción de la ley Nº 22.351 de Parques Nacionales, Monumentos Naturales y Reservas Nacionales. Además de la fundación del Parque Nacional Calilegua en 1980 y el Monumento Natural Laguna de los Pozuelos en 1981, la descentralización de la tarea de conservación comenzó en 1985, con el diseño de la Red Nacional de Cooperación Técnica en Áreas Protegidas, implementada al año siguiente, que funcionaría como instancia federal de coordinación y planificación para la red nacional de áreas protegidas, que abarca los parques provinciales al igual que los bajo la administración de la APN. Ya en ese régimen de coordinación se crearían los Parques Nacionales Sierras de las Quijadas y Predelta en 1991, Campo de Los Alisos en 1995, Los Cardones y Quebrada del Condorito en 1996, Talampaya en 1997, San Guillermo en 1999, Mburucuyá y Copo en 2000. A estos se suman las reservas naturales estrictas —áreas de importancia por la excepcionalidad de sus ecosistemas, de sus comunidades naturales o de sus especies de flora y fauna, cuya protección se juzga necesaria para fines científicos de interés nacional, por lo que la interferencia humana se reduce a un mínimo— creadas en terrenos fiscales, Otamendi, San Antonio, Colonia Benitez y Leoncito.
El área bajo control de la APN ascendía en 2005 a 3.584.414 hectáreas, repartidas en 33 áreas, así como cuatro especies declaradas Monumentos Naturales: el huemul andino o taruca (Hippocamelus antisensis), el yaguareté (Panthera onca), el huemul (Hippocamelus bisulcus) y la ballena franca austral (Eubalaena australis).


NAHUEL HAUPI

Primeros pobladores

A partir del fechado de restos arqueológicos, se ha determinado que la región fue ocupada inicialmente por el hombre por lo menos desde hace unos 10.600 años, probablemente por tribus de cazadores recolectores que hicieron su entrada desde el norte del continente. Sin embargo, algunos estudiosos basados en evidencias complementarias halladas en proximidades del Nahuel Huapi ubican los primeros asentamientos hace 13.000 años.[6]
La información disponible indica que grupos poyas, puelches y pehuenches vivieron en la zona hasta el siglo XVII cuando fueron absorbidos por la llegada de los mapuches provenientes de Chile.
Según relatos del padre Mascardi, hacia 1670 en la zona del lago Nahuel Huapi había tres grupos indígenas diferenciados.[6]
Los puelches de Nahuel Huapi que estaban asentados en el perímetro del lago y en la actual isla Victoria, aunque también incursionaban por la zona de la estepa. En sus desplazamientos se valían de la dalca especie de canoa de madera desarmable. Solían cruzar la cordillera y navegando el lago Todos los Santos y el seno de Reloncaví, llegar hasta Chiloé. Hablaban una lengua propia.
Los puelches de habla veliche quienes hacia fines del siglo XVII se desplazaban entre la margen norte del río Limay hasta proximidades del volcán Lanín por el norte. La lengua "veliche", era un dialecto de la lengua mapu dungún, hablada por los Huilliches que habitaban al sur del río Toltén en Chile.
Los poyas: cazadores-recolectores, asentados al Este y Sur del lago Nahuel Huapi, posteriormente identificados como "Tehuelches". También poseían lengua propia. Usaban el arco y flecha y las boleadoras; y contaban con perros que les ayudaban en la caza. Su vivienda era el "toldo" de cuero. Se abrigaban con mantos de pieles de guanaco (quillango).

Incursiones hispanas

Hacia el siglo XVI y XVIII la región es frecuentada por algunas expediciones militares españolas provenientes de Chile que cruzan la Cordillera para atacar a los indígenas que vivían de este lado de la Cordillera, como parte de acciones para controlar su accionar sobre las ciudades coloniales chilenas.
Los europeos han circulado por la región desde el siglo XVII. Razones históricas, político-sociales y económicas confluyeron para que la zona fuera inicialmente abordada desde territorio hoy chileno. Esto se enmarca en el avance hispano que procedente del Perú, continuó hacia el sur fundando ciudades en Chile durante la segunda mitad del siglo XVI, y que encuentra una fuerte resistencia de los grupos nativos denominados genéricamente como “araucanos”.
A causa de la presión que los indígenas ejercen tras la cordillera, los españoles realizan una serie de incursiones armadas denominadas “malocas” para combatir los indígenas. Fue el contexto de las malocas el que determinó el ingreso del Capitán Juan Fernández al lago Nahuel Huapí en 1620; aunque se utilizó como excusa la búsqueda de la “Ciudad de los Césares”. Esta leyenda de la época, mencionaba la existencia de una ciudad ocupada por españoles sobrevivientes de expediciones al sur de Patagonia, o de las fundaciones de Sarmiento de Gamboa o, hasta de pobladores que habrían huido de Osorno durante una gran rebelión indígena que asoló las ciudades del sur de Chile. Según la leyenda los sobrevivientes habrían fundado una ciudad abundante de oro y plata, lo cual incentivó la codicia de los viajeros de la época. Juan Fernández utilizó el llamado “Camino de las Lagunas”; que incluía navegación marina (Chiloé-Seno del Reloncaví) y lacustre (Lago de Todos los Santos) y el cruce de la cordillera para llegar al lago Nahuel Huapi, donde se retomaba la navegación hacia el Este. Esta vía de comunicación ya era usada por los indígenas.

Presencia de misioneros jesuitas

Sacerdotes jesuitas establecieron una misión en el Nahuel Huapi la cual tuvo una existencia accidentada, incluida la muerte de todos sus misioneros: Mascardi, Guillelmo, Laguna, Zúñiga y Elguea. La misión fue destruida dos veces por incendios, y los muy precarios caminos de acceso, tornaban muy difíciles las comunicaciones con Chile y el aprovisionamiento.
El accionar hispano de mediados del siglo XVIII fue contradictorio. Mientras que por un lado propiciaba, una política de acercamiento con las comunidades indígenas, por el otro fingía ignorar los abusos cometidos por capitanes de su ejército que efectuaban malocas con fines esclavistas. Lo que producía la correspondiente reacción hostil de las tribus afectadas. Por ello el padre jesuita Diego de Rosales, cruzó en 1653 la cordillera con la finalidad de calmar los ánimos de las comunidades afectadas al Este de la cordillera. En su recorrida visita el Nahuel Huapi, apaciguando a sus habitantes, que eran maloqueados desde Chiloé.
Posteriormente en 1670 arriba a la región el padre Nicolás Mascardi, procedente de la base jesuita establecida en Chiloé.[6] Mascardi intenta interceder y defender los intereses de los pueblos de este lado de la cordillera que eran frecuentemente atacados por incursiones españolas provenientes de Chile. Su accionar termina abruptamente con su muerte en 1674 a manos de indígenas hostiles, durante su cuarta expedición al sur de la Patagonia.
En 1703 el padre Felipe Laguna (Philip Van der Meeren) reinicia la misión, al que se le suma luego el padre Guillelmo. La misión duró hasta 1717, fecha en que es matado Francisco de Elgueta, sucesor de Guillelmo, en un enfrentamiento con los indios. La misión fue saqueada e incendiada, y los jesuitas abandonaron la zona.

Han quedado rastros de este contacto hispano-indígena en un sitio arqueológico de la península Llao Llao. El sitio pudo haber servido de posta intermedia en el tránsito lacustre de los jesuitas entre Brazo Blest y su misión emplazada en la costa Noreste del lago Nahuel Huapi.

El perito Moreno y la creación del parque

La zona ocupada por el parque fue recorrida y visitada en varias oportunidades por el Dr. Francisco Pascasio Moreno, que de hecho el 22 de enero de 1876 fue el primer hombre blanco que llegó a las orillas del lago Nahuel Huapi desde el Oceano Atlántico. El Dr. Moreno, fue un miembro distinguido y muy activo de la Comisión de Límites, que trabajó para resolver la demarcación de la frontera entre Argentina y Chile. En reconocimiento a su labor el gobierno argentino le concedió mediante la ley 4192 una extensión 25 leguas de tierras fiscales en un punto de su elección en la Patagonia. El Dr. Moreno eligió tierras que se ubicaban en lo que hoy es la zona del parque nacional.
Posteriormente en 1903, el Dr. Moreno donó tres leguas cuadradas (7.000 ha) para "mantener su fisionomía natural y que las obras que se realicen sólo sean aquellas que faciliten comodidades para la vida del visitante", y vendió el resto de la tierra para solventar una serie de comedores para indigentes.
El 1 de febrero de 1904, el gobierno acepta la donación de Moreno y reserva la zona indicada. Recién en 1916 y por Decreto de fecha 26 de mayo se nombró un encargado de esta reserva, primera en todo el territorio argentino. Don Jorge Newbery, poblador de la región, aceptó el cargo ad-honorem.[7] En 1922, sobre la base de la donación de Moreno se crea el primer Parque Nacional, llamado "Del Sur", con una superficie de 785.000 ha, siendo presidente Hipólito Yrigoyen. En 1934 mediante la ley 12.103 se crea la Dirección de Parques Nacionales, el Parque Nacional Nahuel Huapi y el Parque Nacional Iguazú.
Hasta 1971, la península de Quetrihué, sobre la ribera norte del lago Nahuel Huapi formaba parte del Parque Nacional Nahuel Huapi; en esta fecha se decidió darle entidad autónoma creando el Parque Nacional Los Arrayanes. La decisión se originó en la importancia de la formación boscosa que alberga en su extremo sur, compuesta en exclusiva de arrayanes (Luma apiculata), un árbol de la familia de las mirtáceas de vistosa corteza color dorado y lento crecimiento.
En 1981 la Unesco declaró patrimonio de la humanidad al parque nacional Nahuel Huapi.

Turismo y recreación

El parque es visitado por numerosos turistas que desarrollan múltiples actividades recreativas y deportivas en él.
En el parque Nahuel Huapi existen zonas exclusivas para la práctica de la pesca deportiva con mosca.
El parque es atravesado por más de 500 km de rutas y caminos que permiten el acceso a puntos de gran belleza, esto es complementado por una rica oferta de hosterías y hoteles que permiten hospedarse en diversas zonas del parque con amplia variedad de servicios. Se destacan el llamado "Circuito Chico" que permite recorrer en un paseo de 2 horas de duración la zona ubicada al oeste de la ciudad de Bariloche, y el llamado "Circuito Grande" que se extiende a la zona al norte del lago Nahuel Huapi, llegando hasta la ciudad de San Martin de Los Andes por el "Camino de los Siete Lagos". Otra ruta permite adentrarse en la zona sur del parque, recorriendo los lagos Gutiérrez, Mascardi y Guillelmo, y acceder hacia al Cerro Tronador y la Cascada Los Alerces.
Existen numerosas embarcaciones que realizan excursiones en las aguas del Lago Nahuel Huapi. Los principales recorridos parten desde "Puerto Pañuelo" (ubicado en proximidades del Hotel Llao Llao), o desde el muelle ubicado frente al Centro Cívico Bariloche. Un circuito es el que accede a Puerto Blest, Laguna Frías y La Cascada los Cántaros, otro conduce a la Isla Victoria y al Bosque de Arrayanes. En el lago Mascardi también existe una nave que realiza recorridos turísticos.
El parque también posee una extensa red de sendas y picadas, mediante las cuales es posible acceder a pie y/o a caballo, a un sinnúmero de lagos, lagunas, ríos y montañas que conforman el parque. Algunos de estas sendas conducen a refugios de montaña administrados por el Club Andino Bariloche.
En los lagos y ríos del parque es posible realizar actividades de pesca deportiva, la que está regulada a los efectos de preservar el recurso ictícola. Existen zonas exclusivas para la práctica de la pesca deportiva con mosca.

Impacto de las actividades humanas

Un número importante de actividades que ha realizado y realiza el hombre impactan sobre el medio ambiente del parque.
Flores del lupino, ejemplo de plantas foráneas que se han adaptado y diseminado por el parque.
Respecto a la diversidad de su fauna y flora la introducción de especies foráneas hace que se vean desplazadas o amenazadas las especies autóctonas. Entre los animales introducidos se destacan varias especies de ciervos, la liebre, el jabalí, como también salmones y truchas en sus espejos de agua. En particular es en la fauna ictícola donde se ha observado un mayor retroceso de las especies locales tales como el pejerrey patagónico y el puyen en desmedro de los invasores. En cuanto a la flora, la introducción de varias especies arbóreas norteamericanas o europeas por los pobladores de la región tanto con fines decorativos y/o de forestación ha causado en ciertas zonas el desplazamiento de bosques nativos. También numerosas especies de plantas de flores han migrado desde los jardines a los ambientes naturales de la zona, siendo casos emblemáticos en este sentido la rosa mosqueta, los lupinos y la retama.
La presencia de la ciudad de Bariloche y de Villa La Angostura dentro de los confines del parque constituyen importantes focos de riesgo para su integridad. El hombre ha introducido ganado vacuno y ovino en ciertas zonas, extrae madera como leña y para la construcción, y la disposición de los efluentes líquidos y basura en general son todas actividades que amenazan la existencia de los diversos ecosistemas que componen el parque. Adicionalmente, la presencia humana ha significado un aumento importante en la frecuencia y la extensión de los incendios forestales y de pastizales (en la meseta).

Incendios forestales

Las características geográficas, climáticas y de ocupación humana de ciertas zonas del parque, hacen que en el mismo se deba dedicar un importante esfuerzo a la prevención, detección y lucha contra incendios.
Uno de los incendios más antiguos de los que se tenga noticia, asoló durante un mes los bosques que rodeaban un brazo del lago Nahuel Huapi en una extensión de unos 10 km. Desde entonces dicho brazo se llama "Brazo de la Tristeza", por el desolador espectáculo que ofrecen los troncos secos y quemados de los árboles todavía en pie. A este respecto es de destacar que a diferencia de lo que ocurre con algunas especies arbóreas de otras zonas del mundo (por ejemplo el eucalipto en Australia) que se regeneran rápidamente luego de un incendio, los cipreses y coihues no se regeneran. Más recientemente en 1987 un rayo que cayó sobre el bosque de coihues en el Cerro Capilla durante la temporada de verano, desencadenó un incendio de grandes proporciones.
Muchos de los incendios en épocas recientes se originan en proximidades de la ciudad de Bariloche, donde sobre todo en verano en condiciones de muy baja humedad y altas temperaturas, la presión de la población sobre el entorno deviene en incendios (algunos accidentales y otros intencionales).

Detección

Una red de puntos de observación y detección, complementados con cámaras infrarojas permite la detección temprana de los focos de fuego, lo cual aumenta considerablemente la probabilidad de que pueda ser extinguido en una etapa temprana antes que se extienda por acción del viento.

Lucha contra el fuego

Además de los cuerpos de bomberos de las poblaciones ubicadas en el parque, existen ciertas organizaciones dentro de la administración del parque nacional para coordinar la lucha y combate de los incendio forestales.
Los métodos utilizados, incluyen la lucha directa contra las llamas y la abertura de "cortafuegos" o espacios despejados para retrasar o detener el avance del fuego.
Para extinguir los incendios se suele recurrir a echar tierra sobre matorrales encendidos, echar agua mediante mangueras hidrantes o desde helicópteros con grandes contenedores para cargar agua.
Reglamento para el otorgamiento de Permisos de Servicios Turisticos 
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EL REPARTO DE ASIA
Inglaterra ya poseía asentamientos en la costa atlántica (Gambia, Costa de Oro, Nigeria) y en el Golfo de Aden (Somalia), dirigió sus esfuerzos expansionistas a explorar nuevos territorios del interior de África que se extendiera de norte a sur. Francia ocupó los territorios de África, en el reparto participaron también otros países: Portugal colonizó Cabo Verde, Angola y Mozambique, Alemania ocupó Togo, Camerún, África de Suroeste y Tanganika y España, Río de Oro, Guinea Ecuatorial y una pequeña zona del protectorado de Marrueco.
La influencia que el proceso colonizador ejerció sobre la demografía quedó evidenciada, en principio, en la disminución de la población indígena, cuyo sistema inmunitario no resistió las nuevas enfermedades traídas de Europa; además, las guerras de resistencia al colonizador europeo y las malas condiciones de trabajo redujeron las cifras de población nativa.
El proceso colonizador despertó rivalidades y contribuyó a la formación de grandes bloques militares, factores capitales en el desencadenamiento de la primera guerra mundial, mientras que, en el plano intelectual, contribuyó a renovar las corrientes estéticas y de pensamiento a través de las aportaciones de nuevas culturas que se hicieron evidentes en el arte y en la evolución cultural contemporáneos.
Toda esta nueva economía propició la creación de una nueva clase social: una burguesía formada por terratenientes, administradores, comerciantes y representantes de los gobiernos de la metrópoli que, poco a poco, se convirtió en una minoría dominante distanciada de la población local, la cual quedó limitada a ser integrante de un proletariado que trabajaba en las plantaciones o en el tendido de las vías de comunicación, en condiciones ínfimas, aunque sin experimentar ningún tipo de conciencia de clase.
El Asia suroriental está controlada, colonialmente, por alemanes, franceses, ingleses, holandeses y portugueses. Todo el país está bajo dominio colonial, excepto Siam (Tailandia). El colonialismo termina con el régimen feudal de las sociedades surasiáticas, y fomenta el nacionalismo separatista de corte occidental. Las reivindicaciones de este nacionalismo son las mismas que las de Europa liberal en el siglo XIX: una democracia liberal.
En todas las colonias arraigan fuertemente las ideologías occidentales: nacionalismo, liberalismo y socialismo. Sin embargo, las libertades de las democracias europeas no se daban en estos territorios.
La primera guerra mundial agudiza las contradicciones coloniales en estos países. Se organizan huelgas, el socialismo crece como reacción al colonialismo y a la nueva sociedad burguesa indígena.
El crac y la crisis del 29 afecta rápidamente a las colonias, que tienen una economía dependiente del mercado internacional, y se radicalizan las posturas, tanto nacionalistas como socialistas. En el año 1930 se generalizan las revueltas y las huelgas por toda el Asia. En Vietnam la lucha por la independencia la capitalizan los comunistas, así como en Birmania, Filipinas o Malasia donde intentan dar un golpe de Estado en 1930. La crisis se resuelve, por parte de todas las metrópolis, con una mezcla de paternalismo y de represión armada.
En 1940 estalla la guerra en el Pacífico. Los japoneses fueron recibidos como liberadores del poder colonial, por todos salvo por los comunistas, que organizan la resistencia anti japonesa. Pero al poco tiempo la burguesía nacionalista se da cuenta de que los japoneses son una potencia colonial como las europeas, y con un poder más absoluto.
El Asia oriental se encuentra con un nuevo poder colonial, y organiza la resistencia armada. Las funciones administrativas y la industria habían pasado de manos europeas a manos indígenas, aunque con los japoneses su poder de decisión fuese muy pequeño.

El Neocolonialismo
Se trata de "el dominio o influencia de las grandes potencias sobre países políticamente independientes, para asegurarse la explotación de sus recursos económicos y su fidelidad diplomática. Como el colonialismo, es otra forma de imperialismo, pero, a diferencia de aquel, no violenta, al menos teóricamente, las instituciones soberanas del país dominado; solo se asegura el control económico". No se trata de algo nuevo, ya lo practicó USA en Sudamérica durante el XIX. Se trata de mantener las ventajas económicas, los mercados y los proveedores de materias primas pero sin ninguno de los inconvenientes de sistemas anteriores.

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